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Todos conocemos, al menos de oídas el mito griego que relata la historia de Ícaro y su deseo de volar más alto de lo que debía. De acuerdo con algunos expertos, como Robert Graves, este mito se habría originado en la práctica griega de sacrificar algunos ciudadanos lanzándolos desde acantilados vestidos únicamente con unas alas de perdiz. Este ritual, conocido como pharmakos, destinado a asegurar el bienestar de la comunidad, dio más tarde la palabra farmacología. De ahí que no sea extraño que un componente fundamental de nuestro sistema inmune, recientemente descubierto, haya recibido el nombre de Ikaros.
Un equipo de científicos de la Universidad Monash, liderados por Nicholas Huntington, ha realizado un avance científico que ayuda a comprender el cableado interno de las células inmunitarias: ha descifrado el código detrás de IKAROS, una proteína esencial para el desarrollo de las células inmunitarias y la protección contra patógenos y el cáncer.
Los resultados, publicados en Nature Inmunology, aumentan nuestra comprensión de las redes de control genético y su impacto en todo, desde el color de ojos hasta la susceptibilidad al cáncer y el diseño de nuevas terapias médicas y farmacológicas.
El equipo de Huntington descubrió la importancia de Ikaros cuando obstruyó su acción en modelos preclínicos o en humanos. Cuando esto ocurría las potentes células asesinas naturales (NK por sus siglas en inglés), las guerreras de primera línea de nuestro sistema inmunológico, se desplomaban. La pérdida hacía que las células NK no fueran capaces de reconocer y matar células infectadas por virus y eliminar de la circulación las células tumorales metastásicas. En pocas palabras, la función de Ikaros es fundamental en la prevención de ciertos tipos de tumores y en enfermedades víricas, sin él estamos casi indefensos.
Por si fuera poco también se descubrió que Ikaros junto a otro sistema similar llamado Aiolos, se unen y activan directamente a la mayoría de los factores de transcripción conocidos por sus funciones esenciales en el desarrollo de embriones humanos y la función de los tejidos.
Este descubrimiento abre la puerta a la perspectiva de posibles nuevas terapias contra el cáncer. Las células NK, nuestra primera línea de defensa contra patógenos y amenazas internas como el cáncer, podrían fortalecerse mediante terapias que mejoren las capacidades de Ikaros.
El próximo paso del equipo de Huntington es desarrollar fármacos para el tratamiento de células malignas gracias a este nuevo conocimiento. Evaluar la acción de Ikaros en cada individuo puede dar claves de su capacidad para enfrentarse a dolencias, al tiempo que fortalecerlo o activarlo, incrementará sus posibilidades de mantener una vida saludable.
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